En el año de l996 apareció en escena
una cinta australiana dirigida por Scout Hicks, en donde la trama transcurría
alrededor de la vida de un pianista, David Helfgott. Considerada como todo un
acontecimiento en la cinematografía, dicha película tuvo su origen en una
historia de la vida real. Al iniciar la película vemos a David relatando su
historia... y aunque no se observa otra persona en la primera escena, da la
impresión de que se encuentra frente a un psiquiatra. David se identifica con
la figura de un felino pues dice “tal vez fui un gato triste...”

Resulta significativa la figura del
felino. En varias escenas aparece un gato como una constante. En una de ellas David
comparte su comida con uno. ¿Qué significado tiene este símbolo?…..
El gato no es otra cosa que una
forma atenuada de la figura del león, la cual representa al padre omnipotente y
autoritario. Este símbolo es mencionado por Freud en su obra Historia
de una neurosis infantil, donde relata el famoso caso de “el
hombre de los lobos”:
“Cuando
teniendo ya siete u ocho años le comunicaron que al día siguiente vendría a darle
clase un nuevo profesor, soñó por la noche que tal profesor, en figura de
león... se acercaba rugiendo a su cama... Como el sujeto había dominado ya su
fobia al lobo, se hallaba en situación de elegir un nuevo animal en calidad de
objeto de angustia, y en aquel sueño ulterior elevó al anunciado profesor a la categoría
de sustituto del padre”.
En una escena en que David se
encuentra con la anciana que se ha convertido en su protectora, éste se refiere
a su padre diciendo “es un león furioso”, a lo que la anciana le contesta “tonterías... es un
gatito...”
Resulta muy significativa una escena
(mi favorita) en que David, después de haber escapado de la casa de su padre,
luego de una noche de parranda, decide dormir en la vía pública a los pies de
una enorme escultura de un león. Acto inconsciente en que busca recuperar la
protección paterna perdida. Pero este león es de piedra, sólo se erige imponente
ante él, dándole la sensación de seguridad pero sin representar una amenaza
para su libertad.
Hubo otra escena que también llamó
mi atención, quizá porque se presta a interpretaciones psicoanalíticas: David
se encuentra en la tina de baño, y su padre al entrar descubre con sorpresa que
su hijo ha defecado ahí. El acto de defecar en la bañera puede tener una doble
connotación, primero puede considerarse una agresión un tanto pasiva por parte
de David, ya que la fuerte represión infligida por el padre le obliga a
protestar de esta forma. En segundo lugar, este acto puede significar una regresión
quizá semi-inconsciente en que David decide comportarse como un niño, debido a
que es tratado como tal. Sus excrementos en la bañera serían la “dádiva” que
daría a su padre como agradecimiento a sus cuidados y protección. David puede
ser congruente con el trato que le da su padre al tener conductas pueriles, y
de esta forma le muestra a su padre
su propia incongruencia. Respecto a
esto, Freud escribió en Tres ensayos
sobre teoría sexual:
“Uno
de los mejores signos de futura anormalidad o nerviosidad es, en el niño de
pecho, la negativa a verificar el acto de la excreción cuando se le sienta
sobre el orinal; esto es, cuando le parece oportuno a la persona que está a su
cuidado, reservándose el niño tal función para cuando a él le parece oportuno
verificarla. Naturalmente, el niño no da importancia a ensuciar su cuna o sus
vestidos... El niño considera los excrementos como una parte de su cuerpo y les
da la significación de un «primer regalo», con el cual puede mostrar su
docilidad a las personas que le rodean”.
En el desarrollo de la trama vemos
que la rigidez del padre impide a David seguir su carrera musical, camino en el
que su mismo padre lo inició, pero que ahora representaba una amenaza a la integridad
de su familia. En una escena el padre expresa “no dejaré que nada destruya esta familia”. De una forma soslayada se
nos muestra que el miedo del padre a perder a su familia tiene su origen en la
muerte de sus familiares en los campos de concentración. Cuando tira una carta
al horno, se reflejan chispas de fuego en sus gafas, alusión quizá (con un poco
de imaginación) a los hornos de Hitler.
Sin duda en esta cinta, la música
representa un elemento de vital importancia. A diferencia de otras películas la
música no sirve solo como fondo o para darle más emotividad a una escena. Aquí
la música es la razón misma de la trama. David crece como un pianista romántico
especializado en Chopin, con el ideal de llegar a interpretar el concierto de
Rachmanninoff.
Resulta atrayente ver a David, a los
7 años, interpretar la Polonesa Heroica de Chopin. Una de las escenas más atrayentes es cuando David llega
al restaurante de Silvia y ante las miradas atónitas de todos interpreta El
vuelo del abejorro de Rimsky-Korsakoff, con una pureza y pulcritud en la técnica
inigualables. También resulta llamativa la interpretación de la Rapsodia
Hungara número 2 de Franz Liszt, en el viejo piano de
su habitación, una pieza de extrema dificultad y que anuncia el regreso de David
al mundo musical.
Conforme va avanzando la película
cada vez escuchamos menos a Chopin y oímos más a Vivaldi. Desaparece el
compositor romántico y se nos presenta ahora el compositor barroco, como una
especie de regresión en donde se busca recuperar lo que se creyó perdido. Vemos
cómo desaparece paulatinamente la música del piano y aparecen más los violines,
la orquesta ...y la voz humana, como queriendo preparar el final de una forma
grandiosa y liberadora. No es casualidad que el Gloria aparezca en varias de las escenas finales y que finalmente
escuchamos el aria de Vivaldi Nulla in mundo pax sincera (no existe paz verdadera en el mundo) como el tema de amor de
Guillian y David, y como fondo de la escena final.
Resulta curioso que David, a pesar
de encontrarse más limitado físicamente (y quizá intelectualmente), después de
haber padecido una enfermedad mental, ahora se adentra de lleno en un mundo
donde puede ampliar sus capacidades, como expresó Daniel Barenboim en su libro Una
vida para la música:
“como seres humanos poseemos
cualidades limitadas, pero como músicos creo
que podemos ampliar nuestro poder hasta un
punto en el cual podemos crear una
ilusión de infinitud”, esa ilusión de infinitud, a la que
Freud llama sentimiento “oceánico” es un claro distintivo de las expresiones artísticas
y una muestra clara y sublime de lo que es y representa ser exclusivamente humano.
Pero David no ha encontrado la paz
en el mundo (Nulla in mundo pax sincera), por lo menos en el mundo que le presentó su propio padre,
quien fallece al final de la película. Ahora David se ve obligado vivir una
nueva vida. Ha desaparecido ya la figura rígida y autoritaria alrededor de la cual
(directa e indirectamente) giraba su vida.
En la escena final, en el
cementerio, David habla de sus sentimientos de culpa respecto a la muerte de su
padre.
David: Tal vez todo es mi culpa, tal vez fui yo… no sé…
Gillian: No puedes culparte por todo lo que sucede
Estos sentimientos de culpa resultan
interesantes ya que para Freud (quien al igual que nuestro protagonista provenía de un hogar
judío) la culpa tiene su origen en la ideas parricidas inconscientes resultantes
del complejo de Edipo. Frente a la tumba de su padre, junto a su esposa, David
decide sin embargo no analizar sus sentimientos de culpa, ni sus sentimientos
de pérdida, al parecer se mantiene
insensible respecto a la muerte de su progenitor.
Gillian: ¿Que sientes?
David: …es que no siento nada
Gillian: ¿No sientes nada?
David: estoy sorprendido…
Ha terminado el conflicto. Ya nunca
más su padre le contará la vieja historia del violín que compró con sus ahorros
y que fue destruido por el abuelo. Ha terminado el tiempo de Peter Helfgott
(cuyo apellido significa “con la ayuda de Dios”), ahora David comienza a vivir su
propio tiempo. Ahora la razón de su música adquiere otro significado.
Resulta significativo el dialogo
final:
Gillian: Todo tiene un tiempo…
David: Es un misterio, es un misterio…
Gillian: siempre hay una razón…
David: …oh!, Sólo debemos atrapar la razón del tiempo.
Podríamos decir que al final Dios
ayudó a David Helfgott. Por primera vez era libre y comenzaba
a vivir su propia vida, ya no necesitaba continuar siendo una prolongación de
la vida de su padre. Ahora solo era él, David Helfgott, un pianista recién
liberado de sus ataduras y quien despertaba a una nueva vida, una vida
recuperada por la música y el amor.
Escucha la traducción del aria Nulla in mundo pax sincera
............................